La adolescencia es una etapa vital en la vida de una persona, una etapa con muchos cambios y que a veces resulta difícil de manejar por los padres.
Uno de los pilares para que un adolescente se desarrolle de forma completa y tenga una actitud más positiva es la práctica de deporte. Y si es deporte en equipo, mejor que mejor.
El deporte no es solo bueno para la salud, también es imprescindible a la hora de forjar la personalidad del joven y crearle ciertos valores.
Pero, ¿solo a partir de la adolescencia?
No, lo ideal es inculcarles la idea de hacer deporte desde bien pequeños. No hace falta que empiecen ya con deportes profesionales, podemos buscar juegos adaptados a su edad o simplemente hacerles correr, saltar, andar… Así, crecerán con buenos hábitos y menos posibilidades de desarrollar trastornos crónicos.
Convencerles cuando son pequeños no es difícil, pero hacerlo cuando alcanzan los 15-16 años ya es otro cantar. Y es que el 40% de los jóvenes dejan de hacer deporte a estas edades, alegando que no tienen tiempo entre la escuela y las tareas escolares. Y, ¿cuál es el resultado? Un exceso de vida sedentaria.
Ahí es donde entra nuestra labor como padres. Debemos hablarles de las ventajas y de los beneficios de practicar deporte, de los amigos que harán gracias a ellos y ayudarles en la elección de la actividad más adecuada.
¿Cualquier deporte vale?
Sí y no. Hay que tener en cuenta las habilidades de nuestro hij@ y sus intereses. Pero también debemos saber que la adolescencia es el momento en el que el cuerpo está en su mayor evolución: músculos, huesos, masa corporal… Por eso, lo mejor es elegir un deporte que favorezca su desarrollo global y no solo una parte del cuerpo: danza, balonmano, natación, baloncesto…
Y si se puede elegir, mejor que sea un deporte en equipo, y es que estos les aportarán una serie de valores que les van a preparar para la vida adulta.
Disciplina: van a ver que el equipo va bien cuando todos los componentes siguen la disciplina impuesta. ¿Y qué es lo mejor? Que muchas veces ni siquiera se darán cuenta de que están aprendiendo esos valores.
Respeto de las normas: se darán cuenta de que cuando no siguen las normas, perjudican también al resto del equipo.
Trabajo en grupo: aprenden a confiar en los demás y a respetar las opiniones de todos los del equipo.
Liderazgo: descubren la importancia de tener un líder para guiar al equipo y que rinda bien.
Solidaridad: el juego en equipo promueve que los jóvenes se ayuden entre ellos y refuerza los lazos de solidaridad.
Tolerancia a la frustración: este es un valor muy importante para la vida adulta. Gracias a los deportes en grupo los jóvenes aprenden a aceptar la derrota y a no frustrarse por ello.
Victorias sin prepotencia: igual que las derrotas se aceptan, las victorias también se celebran pero sin prepotencia. Algo igualmente importante que tolerar la frustración.
No solo beneficios físicos, también mentales
En definitiva, el deporte en la adolescencia no solo previene la obesidad y el sedentarismo, sino que consigue unos efectos sobre la mente inimaginables: aumento de la autoestima, optimismo, bienestar, relajación…
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